viernes, 26 de noviembre de 2010

"Es impensable que una operación tan sencilla tenga tanta espera"

“Tomar la decisión de operarme no me costó demasiado. El avance de la enfermedad volvió a la situación bastante insoportable”, analiza Juan Francisco Fiant los motivos que lo llevaron a decidir realizarse el transplante de cornea para mejorar las condiciones de su vista y también de su vida.
Juan Francisco tiene 61 años y es subgerente administrativo en una empresa alimenticia, el mismo cargo que ocupaba al momento de realizarse la operación en el año 1994, en la Clínica de la Visión. El queratocono que afectó sus ojos dificultaba mucho su desempeño laboral, hecho que facilitó tener que someterse a la cirugía.
“Hace 16 años la lista de espera no era tan extensa. Sólo tuve que esperar unos meses”, recuerda. De todas formas, antes de realizarse la operación, consultó a varios especialistas, a fin de obtener un diagnóstico preciso.
“La cornea injertada no se deforma, pero adquiere cierta rugosidad. Aunque no mejora completamente, el cambio es realmente notable”, asegura Juan Francisco, mientras se acomoda los anteojos que, según él, ayudaron a que su vista alcance el 80 por ciento de su nivel.
Las recomendaciones usuales para el post operatorio indican que no se pueden realizar esfuerzos, debe evitar frotarse los ojos y cuidarlos de los golpes. Al no tener irrigación sanguínea, la cicatrización se vuelve más lenta, pero el rechazo al transplante disminuye considerablemente.
“Las listas de espera del INCUCAI son enormes. La falta de políticas claras colabora con que falten donantes”, sostiene Juan, y reafirma que esa mala información que recibe la gente sienta prejuicios a la hora de donar. “Es impensable que una operación tan sencilla como el transplante de corneas tenga una de las listas de espera más voluminosa.”


Facundo Martín

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